El sábado 28 de octubre de 2017 se realizó la primera jornada de voluntariado de las dos previstas en el proyecto de conservación de la jara de Cartagena. Fue una auténtica fiesta de plantación, donde más de 30 voluntarios de distintas edades y procedencias se unieron con entusiasmo para plantar 70 ejemplares de jara de Cartagena, dentro del área de potencial reintroducción de la especie, con la finalidad de reducir la grave amenaza de extinción que pesa sobre ésta.
Organizado por la Asociación Calblanque y de la mano de María Mercedes, los voluntarios disfrutaron de una agradable ruta senderista de apenas 6 kilómetros de recorrido, que transcurrió desde el Llano del Beal hasta las inmediaciones de la Peña del Águila, en la Sierra Minera de Cartagena-La Unión, hábitat de la jara de Cartagena.
Una vez llegaron a la zona preparada para la plantación, Jesús Robles, técnico de la Oficina para el Impulso Socioeconómico del Medio Ambiente (OISMA) les explicó la situación tan crítica en la que se encuentra la jara de Cartagena y cuales habían sido en el pasado las medidas de conservación llevadas a cabo por la Comunidad Autónoma. En el caso de la jara de Cartagena, el principal problema que presentaban las estrategias de introducción de plantas en el hábitat natural de la especie era la elevada mortalidad después del trasplante, ya que la supervivencia después del primer verano tras la plantación apenas llegaba a superar el 25% de las plantas introducidas.
Con la esperanza de elevar la supervivencia, María José Vicente, responsable del proyecto de conservación de la especie, tomó la palabra para explicar a los voluntarios cómo se iba a realizar la plantación. Ésta se haría de dos formas, una, utilizando fibra de coco para abrigar, ya en el suelo, el cepellón de turba donde se desarrollan las raíces de la plántula en la fase de vivero, y otra, sin la fibra de coco, introduciendo el cepellón de turba directamente en el suelo. Parece ser que la turba es un material altamente higroscópico que en contacto con el suelo le va robando la humedad, dando lugar a un suelo seco y endurecido donde las raíces encuentran más dificultades para crecer y colonizar. La fibra de coco actuaría como amortiguador de estas condiciones, facilitando el avance de las raíces de la turba al suelo. El éxito o no de esta novedosa técnica de plantación se podría ir comprobando en los próximos meses.
Después de la plantación y para recuperar fuerzas antes del regreso, se ofreció un tentempié a todos los presentes.
La plantación contó con la ayuda de la empresa Serbal, encargada de la preparación del suelo y del resto de la plantación, hasta un total de 360 plantas de jara tienen que ser introducidas entre el área crítica de la especie y el área de potencial reintroducción. También colaboraron los agentes medioambientales Armando y José Joaquín.
A todos ellos y en especial a los voluntarios que participaron en la plantación os damos las gracias.
El 12 de noviembre de 2017 se llevó a cabo la segunda jornada de voluntariado prevista en el proyecto, que también contó con un lleno absoluto.